24 de juny del 2009
La Ley electoral y el velo de la ignorancia
John Rawls, filósofo contemporáneo universalmente conocido por su Teoría de la Justicia, acuñó la expresión "velo de la ignorancia" para referirse a las condiciones de imparcialidad que deberían concurrir en los miembros de una asamblea constituyente ideal. Esos individuos, cuyo cometido sería el de dotarse a sí mismos de un acuerdo de convivencia, estarían cubiertos por el velo de la ignorancia de todo cuanto pudiera afectar a sus propias vidas. Sólo desconociendo su propia situación en la sociedad, sus propias características físicas o intelectuales, su inteligencia, su ambición, sus vicios, sus defectos, etcétera, estarían en condiciones de pactar un contrato social justo, dado que, en esa posición original, les resultaría imposible saber qué condiciones del contrato les favorecerían y cuales les perjudicarían. Obviamente, no es que Rawls desconociera la imposibilidad práctica de tal situación; se trataba solo de una formulación teórica a partir de la cual desarrollar su teoría ética de la política. (Algo así como los famosos experimentos mentales de Einstein).
Pues bien, viendo el otro día el programa Àgora, en el canal 33, que trataba sobre la eternamente pospuesta Ley electoral de Catalunya, me vino súbitamente a la mente Rawls y su velo de la ignorancia. Hacia el final del debate, uno de los invitados, el profesor Joan Botella, que junto al, también invitado, profesor Jordi Capo, asesoró y colaboró en la redacción de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para una nueva Ley Electoral para Catalunya, desmontó -dialécticamente hablando, claro, porque no es diputado del Parlament- una de las maniobras más recurrentes en la dilación de su admisión a trámite. El argumento dilatorio (no exento de lógica y, al parecer, atribuido esta vez al President Montilla) es que una ley electoral debe discutirse al principio y no al final de la legislatura. Efectivamente, la razón por la que hasta el momento ha sido imposible sentar las bases para la aprobación de una tal ley, es que los partidos políticos hacen de forma instantánea los cálculos para cualquier escenario posible y, lógicamente, lo que beneficia a uno perjudica a otro. Argumento más perentorio cuanto más cerca está la convocatoria electoral. El contra-argumento del profesor Botella no puede ser más simple: aprueben ustedes ahora la Ley electoral y no la apliquen hasta las siguientes elecciones, en el 2014. (Cosa perfectamente posible). En efecto, el velo de la ignorancia sobre el comportamiento futuro del electorado se hace más espeso cuanto más lejos está ese futuro. Si no pueden trabajar ustedes bajo la presión que supone tener las elecciones a la vuelta de la esquina -les dice el profesor Botella- alarguen el horizonte a cinco años vista. Tal como están hoy en día las cosas, quién pretenda saber qué sucederá dentro de cinco años está rematadamente loco.
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Brian: Mucho me temo que ni a cinco años vista aprobarán esta propuesta, cuando no hay intención de hacer algo sobran las excusas...
ResponEliminaSupongo que ya se ha enterado, Brian.
ResponEliminaYo no salgo de mi asombro.
Titula ABC:
"El Ayuntamiento (de Barcelona) dedica 315.000 euros y seis personas a mantener el «blog» del alcalde"
http://www.abc.es/20090627/catalunya-catalunya/ayuntamiento-dedica-euros-seis-20090627.html
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Aquí está haciendo falta una regeneración democrática en toda regla.
Un saludo.
Sirwood