"EL sector del automóvil, como industria de cabecera en España, de la que dependen millares de empresas y centenares de miles de empleos, necesita una intensa ayuda pública, limitada en el tiempo, para hacer frente a la recesión, para frenar la actual sangría de puestos de trabajo que afecta a toda la economía y para sentar las bases de su imprescindible reconversión tecnológica.
Así lo entienden grandes países industriales como Estados Unidos y Alemania. Y así debe entenderlo el Gobierno, ya que el sector del automóvil es el primer motor industrial del país."Y después de extenderse en diversas consideraciones sobre el fallido Plan Vive y demás medidas a tomar termina, en tono más dramático si cabe:
"Todos los grandes países desarrollados defienden su industria del automóvil, ya que es un pilar de toda economía por su capacidad de creación de puestos de trabajo. Hemos dicho, y lo volvemos a repetir, que asegurar el futuro de este sector en España es una auténtica cuestión de Estado."El día antes El Periódico había editorializado sobre el mismo tema: 'Rescatar al sector del automóvil'. en parecidos términos. También sabemos por diversos medios que el President Montilla viajará al Japón para hablar con los máximos dirigentes de Nissan con vistas a parar o mitigar el expediente de empleo de la fábrica de Barcelona. Por no hablar de la amenaza de quiebra de los tres gigantes del sector, con base en Detroit a cuyo rescate parece que deberá acudir el Gobierno Federal de los EE.UU.
La incidencia del sector en la economía mundial es de tal magnitud que nadie osaría poner reparos a la necesidad de que los gobiernos acudan al rescate de las empresas automovilísticas. No sólo se trata de los puestos de trabajo directos: la industria auxiliar de componentes, los distribuidores, la de los transformados metálicos, las de plásticos y materiales sintéticos, la siderometalúrgica, etc., etc. Y sin embargo, ¿nos hemos parado a pensar en el fin y los medios? ¿Sería una catástrofe en si misma que disminuyera el volumen de automóviles que llegan al mercado? El sentido común nos dice que no; para nadie suele ser un gran trastorno alargar, pongamos un año, la vida útil del automóvil o incluso, si me apuran, prescindir parcialmente del uso del mismo.
La pregunta, entonces, surge inaplazable: ¿fabricamos (y compramos) automóviles, porque son un medio de desplazamiento o por los puestos de trabajo que genera su industria? Está claro que, si el abastecimiento del mercado de automóviles, al ritmo acostumbrado, no es una necesidad perentoria, la razón principal y urgente por la que se fabrican automóviles es por los puestos de trabajo que requiere su fabricación y toda la industria subsidiaria. Por lo tanto, ¿no están los fines y los medios trastocados? Seguramente alguien estará tentado de decir que nos encontramos en circunstancias excepcionales ante las que pierden vigencia los planteamientos que serían lógicos en circunstancias normales. No es el caso; veamos que escribía Galbraith en 1996, sin ninguna crisis a la vista:
"En la economía moderna es un hecho algo extravagante que la producción sea ahora más necesaria por el empleo que proporciona que por los bienes y servicios de que abastece"En parecidos términos se expresa Ramon Folch en 1998, tampoco bajo circunstancias económicas excepcionales (negritas mías):
"A juzgar por las reiteradas manifestaciones de la mayoría de los administradores y políticos del viejo orden, el crecimiento es el principal objetivo de la actividad económica. De modo que andamos con el único objeto de seguir andando? Decepcionante."La metáfora no es nueva: vamos en una bicicleta, no sabemos hacia donde, pero no podemos dejar de pedalear porque si lo hacemos, nos caemos. Y cual es la receta: hay que ser más competitivos, hay que trabajar más y jubilarse más tarde. Es decir, hay que pedalear más, y más deprisa, no para ir a ningún sitio, sino con el único fin de mantener el equilibrio.