13 de març del 2007

Candela... ¿hasta cuando?

Mis amigos Vicente y Mari, han sido abuelos: la niña se llamará Candela. Alguien ha tenido la buena idea de reunir en una carpeta algunos diarios del día de su nacimiento, el 9 de marzo de 2007, como recuerdo para la niña. Vicente, que como su propio nombre indica es valenciano, se encargará de la prensa de allí y nosotros aportaremos la de Barcelona.

Y hojeando estos diarios me he detenido en la entrevista que, en "la contra" de La Vanguardia de ese día, se hace a Serge Latouche, economista y objetor del crecimiento, según se define a sí mismo. En esa entrevista se habla de ecología, de futuro y de crecimiento, pero sobre todo de decrecimiento. De decrecimiento como único medida para evitar la debacle final. En resumen, se nos viene a decir, no hay más cera que la que arde y la estamos quemando a espuertas.

La asociación de ideas era inevitable: Candela viene al mundo y nos asaltan serias dudas acerca de si la cera llegará para esta y todas las candelas que se encienden cada día.

Por desgracia el discurso ecologista está desprestigiado por mor de la contaminación, valga la paradoja, a la que hippies, naturalistas, verdes e iluminados de pelaje diverso lo han sometido. Esto hace que científicos serios que se dedican a ese campo prefieran hablar de ecología (la ciencia que estudia la bioesfera) y se muestren cautos a la hora de hablar de ecologismo (la ideología que la defiende). Pero difícilmente cualquiera que se acerque a la ecología con espíritu crítico podrá dejar de ser ecologista.

Pues bien, las verdades del barquero que Latouche nos dice son tan evidentes que uno no puede por más que asombrarse de que no sean objeto de preocupación general. Por contraste al discurso más habitual que solemos oír, que pone el acento en la contaminación atmosférica, el calentamiento global (hoy finalmente, aunque quizá demasiado tarde, motivo de atención) el agotamiento de los caladeros de pesca, la falta de agua potable, etc., Latouche va al corazón del problema, al origen de todos los problemas mencionados y muchos más: el crecimiento. El argumento de tan simple y elemental asusta: la Tierra es finita. Y puesto que la población no para de crecer, y las demandas que de esa población se multiplican cada día, la conclusión es evidente: esto se va al garete.

¿Evidente...?. No lo parece si atendemos al discurso de gobernantes (los nuestros, sin ir más lejos) e instituciones económicas: la bonanza se mide en porcentaje de crecimiento. "crecimiento" es la palabra mágica. ¿Y qué es lo que nos dice Latouche?. Veamos:
--Se venera el crecimiento como fin en sí mismo, se persigue siempre crecer por crecer. ¡Es algo irracional y suicida!

--El planeta tiene 51.000 millones de hectáreas, de las que 12.000 millones son bioproductivas. De ellas dependemos todos los habitantes del planeta. El actual nivel de vida de los españoles: necesita 4,5 hectáreas por persona/año para sostenerse. Si todos los habitantes del planeta quisieran vivir como los españoles harían falta dos planetas y medio; para vivir como los franceses, 3 planetas; y para vivir como los estadounidenses 6 planetas.

--De seguir creciendo al 2% anual, en el año 2050 la humanidad necesitaría ya explotar 30 planetas.

--Ahora consumimos el patrimonio acumulado por la Tierra en miles de años: hoy quemamos en un año lo que la fotosíntesis tardó 100.000 años en producir.
Quizá alguien esté tentado de decir (yo mismo): "el 2050 todos calvos". ¿Todos?. Candela, y los de su generación, sólo tendrá 43 años, estará en la flor de la vida. Pero, ¿de donde vamos --perdón, van-- a sacar 30 planetas donde vivir?. Evidentemente de ningún sitio. ¿Entonces?. ¿Les dirán a los chinos que renuncien a "crecer" como Occidente?, ¿a los indios?, ¿a los africanos...?.

Si la idea les choca o les parece nueva, vean lo que decía John Stuart Mill, el gran humanista, padre del moderno liberalismo, en 1848, según lo cita Ramón Folch en "Ambiente, emoción y ética", Ed. Ariel - 1998.:


" Es indudable que en el mundo hay sitio, incluso en los países viejos, para un aumento de la población, suponiendo que los métodos de subsistencia mejoren y que el capital aumente. Pero, aun arriesgándome a parecer ingenuo, no veo grandes motivos para desear ese aumento. [...] Si la Tierra ha de perder una parte importante de las cosas agradables que posee [...] con el mero objeto de dar cabida a una población mayor, pero ni necesariamente mejor ni más feliz, espero para el bien de la posteridad que los partidarios del crecimiento ilimitado se avendrán a convertirse en estacionarios antes de que la necesidad les obligue a ello."
Obviamente no ha sido el caso, no nos hemos convertido en estacionarios como lúcidamente pedía Mill hace más de 150 años. Se estima que en aquel momento el mundo tenía una población de 1.250 millones de habitantes. Actualmente tiene 6.582; más de cinco veces más, y sólo desde primeros de año ha aumentado en 15 millones.

Pero como decía, y como puede observar cualquier lector de periódicos u oyente de medios, el crecimiento no sólo no se ve con preocupación sino todo lo contrario; lo que preocupa es la falta de crecimiento. La falta de crecimiento económico y la falta de crecimiento poblacional. De hecho ambos crecimientos van ligados. Veáse la angustia con la que se ve la baja natalidad en Europa Occidental, y en España en particular. ¿Absurdo?: no, no lo es. Falta de crecimiento significa paro, significa ausencia de recursos para políticas asistenciales y redistributivas, significa no poder hacer frente al envejecimiento de la población, envejecimiento que, en un círculo vicioso, demanda a su vez más servicios y más asistencia... Si dejamos de pedalear nos caemos, si seguimos, vamos al precipicio. La inercia del sistema es tan colosal que, aunque quisíeramos, no habría forma de pararlo ni en cien años. Pero es que además, ¡nadie quiere pararlo!. James Lovelock, el padre de la teoría Gaia, explica la imposibilidad de detener el sistema con el siguiente ejemplo:

«Imaginemos un grupo de activistas verdes que viajan en un avión y que, al comprender que los motores están envenenando la atmósfera, concluyen: "esto no es sostenible, hay que decirle al piloto que pare los motores"».

La especie humana se caracteriza, en relación a otras, por la gran inteligencia de sus miembros (por lo menos según sus propios criterios) pero esa inteligencia funciona sólo a nivel individual; a nivel de grupo nos comportamos exactamente con las mismas pautas que cualquier otra especie: ocupamos todo el nicho disponible hasta que agotarlo; y es la dimensión del nicho ecológico la que limita y determina la población. La naturaleza no sabe de muerte ni sufrimiento; no tendrá más miramientos con nosotros del que tiene con los zorros o los conejos. Como dice Lovelock:

«La gente se comporta como la hacía antes de la segunda guerra mundial . Entonces había la sensación de que algo terrible iba a suceder, pero todo el mundo seguía como si nada. Y los políticos hacían cosas absurdas, como el tratado de Munich, que a mí me recuerda el de Kyoto. Pretendian demostrar que hacían alguna cosa, pero no tenían ni idea.»
Quizá esto sea todo lo que podemos hacer: seguir como si nada y decirle a la orquesta que siga tocando mientras se hunde el barco.

12 comentaris:

  1. Primero, un par de precisiones que a mí me parecen oportunas:
    - Cuando se habla de "crecimiento" creo que no se habla de crecimiento poblacional, sino económico; ése es el que se busca.
    - Que lo que se ve como positivo con respecto a la población no es ese crecimiento, sino el rejuvenecimiento, pues no es el problema la falta de población, sino su edad, el alto porcentaje de población económicamente no productiva.

    Dicho lo cual, que me parece un detalle nimio, sólo puedo añadir que me parece un magnífico artículo, con el que estoy totalmente de acuerdo.
    A veces he estado tentado de escribir sobre la mala prensa que por culpa de los ecologistas tiene el ecologismo. En mi opinión son un claro ejemplo de cómo un planteamiento téorico, puro, poco comercial, virtuoso (aparte de desvaríos marginales, como meterse en otros temas no relacionados con la ecología, que lo que suelen hacer es espantar a potenciales interesados) se traduce en una ineficacia absoluta, pues no ganan a casi nadie para su causa.

    Un abrazo.
    Oye, Candela es muy linda, para tener tan pocos días.

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  2. Hola Porto. Gracias por darme pie a matizar el concepto de crecimiento económico vs poblacional que, soy consciente, quedó -en cierto modo intencionadamente- mezclado.

    Y lo mezclé porque en el fondo convergen: ambos crecimientos chocan contra unos recursos que son limitados. Latouche lo ejemplifica perfectamente cuando habla de superficie/persona/año en relación a modelo de de vida: la media de la población mundial es de 1,8 hectáreas, pero la de España es de 4,5Ha, la de Francia 5,4Ha y la de EE.UU. 10,8Ha. En consecuencia para que toda la población pudiera vivir como los estadounidenses -como el estadounidense medio: ¡ojo!- habría dos caminos (a cual más imposible): multiplicar por 6 la superficie del planeta o dividir por seis la población mundial.

    Son dos caras de la misma moneda. Y me gustaría remarcar la reflexión de Mill, que yo me he hecho muchas veces: aumentar la población mundial no hace a esa población más feliz, más bien le complica la existencia, y aun siendo esta una evidencia innegable, la humanidad, con todo su sabiduría, no sólo no es capaz de frenar tan loca carrera, sino que se deja guiar por religiones que la empujan a ese desastre.

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  3. Brian, es posible que me salga del planteamiento, pero tengo la sensación que el único ser vivo del planeta es la misma tierra. Nosotros, los seres humanos, somos un elemento más que está funcionando en la actualidad como un mal virus, estoy seguro que nos extinguiremos como tantas especies anteriores se extinguieron y la tierra desarrollará otras formas de vida, seguramente menos inteligentes, pero también menos dañinas y seguirá su trayectoria libre de nuestra inestimable ayuda ecológica.

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  4. En modo alguno se sale del tema, amigo Bartolomé, precisamente estoy leyendo el último libro de James Lovelock (al que cito por su entrevista en El Periódico) que sostiene exactamente esta teoría. El Título es ilustrativo por sí mismo: "La venganza de Gaia".

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  5. Buscaré el libro que me indica.
    Saludos.

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  6. El problema es que el crecimiento económico diseñado por nuestro sistema va íntimamente ligado al demográfico. Sin uno no existe el otro. Se considera que crecimiento 0 es decrecimiento.
    Ya sé que todo esto parece una estupidez pero es así. La sociedad crece en descubrimientos, tecnología y nuevas necesidades, si no hay crecimiento, todo esto se va al garete o pierde sentido por no poder ser utilizado. Entonces solo una minoría privilegiada podría hacer uso de ello con el consiguiente contratiempo social.
    Son muchos los que proponen un decrecimiento, y me incluyo entre ellos. Hay maneras de decrecer sin traumatizar la sociedad. Se trata de debatirlas y ponerlas en práctica.
    La cuestión es saber si, como siempre, hemos llegado tarde.

    Un saludo

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  7. Estoy de acuerdo con Pau, yo también creo que el crecimiento económico va indisolublemente unido al demográfico.

    También estoy de acuerdo contigo, es que poca cosa que decirle a la orquesta que siga tocando, podemos verdaderamente hacer.

    Y con quien más de acuerdo estoy, es con Bartolomec. La Tierra seguirá sin nosotros. Casi seguro.

    Estupendo artículo, aunque ponga los pelos de punta. Me gusta tu blog. Vendré por aquí si no te importa.

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  8. En efecto, crecimiento económico y demográfico van unidos. De alguna manera la sociedad moderna es como esos juegos llamados de "pirámide" (paradójicamente perseguidos por la ley): las ganancias de los jugadores existentes dependen, y se mantienen, en función de la incorporación de más jugadores: si dejan de entrar nuevos jugadores la pirámide se derrumba. Precisamente hoy me ha llamado la atención el subtítulo de un artículo en la sección de economía de El Periódico: "Al decidir no tener hijos, los catalanes han apostado, probablemente sin saberlo, por un país mestizo". Que abunda en lo que vengo a decir al final del artículo: la dinámica de la especie como tal es autónoma de las decisiones (conscientes o involuntarias) de sus miembros.

    Gracias por la visita, Respirando, me ha impresionado el diseño de tu blog.

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  9. La inmigración nos salvará demográficamente, eso parece claro. Pero eso sigue siendo "crecimiento" ¿no?

    Sigo pensando que los humanos nos damos demasiada importancia. No somos más que cualquier otra especie. La Tierra estaba antes que nosotros, y estará después.

    Gracias por tus palabras de bienvenida. A mí me ha impresionado el contenido del tuyo.

    Beso.

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  10. Me encantan esos catastrofismos de nueva ola que no son más que tonterías insensatas. Si, de acuerdo con las tesis del sujeto ese, para que todo el mundo viva como un estadounidense hacen falta 6 planetas, lo que es evidente es que para mantener el estatus de los que aquí vivimos es necesario que las desigualdades pervivan. Y se deduce eso porque al comentario de 'entonces todos calvos' implica suponer que nosotros tenemos que decrecer para que otros crezcan (algo que es evidente y obvio). Como los defensores de esa tesis catastrofista parecen plantear que hay que reducir cuanto antes el crecimiento demográfico (algo que por otra parte sólo sucede en el Tercer Mundo) entonces entiendo que los sustentadores de esa tesis ridícula pretenden reducir ese crecimiento en esos países ya empobrecidos y además garantizar que se mantengan las desigualdades como única forma de mantener el estatus económico-vital del que ahora disfrutamos.

    Bastante perverso vuestro razonamiento.

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  11. Dicho de otra forma: Latouche y sus seguidores (aquí hay bastantes, cosas extraña), defienden un control de la natalidad en los países del tercermundo (los países ricos tienen crecimiento vegetativo negativo y suelen crearse políticas que incentiven eso de tener niños) con el fin de que los recursos no se acaben. No contestos con eso, pretenden instalar un sistema basado en la desigualdad bestial con el fin de preservar sí o sí el estatus de los países ricos y de sus ociosos habitantes. O dicho de otra forma: que dado el número limitado de recursos no es bueno para nosotros que esos pobres crezcan en número porque lo mismo desean tener nuestro estatus y para eso hacen falta muchooooos planetas.

    Ya digo: puro pensamiento perverso

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