Esta mañana, oyendo por la radio un anuncio de El Corte Inglés, he visto claro que los que nos oponemos a lo políticamente correcto tenemos la batalla perdida. En esta, la última versión del anuncio, dice la locutora, con su inconfundible tono y timbre: "...y si no está satisfecha o satisfecho, le devolvemos el dinero".
Hasta ayer mismo, animado de un optimismo quizá irracional, creí que la razón (valga el contrasentido) podía ganar esta batalla. Lo de los vascos y vascas de Ibarretxe me parecía una extravagancia más del lehendakari; a la miembra del Gobierno Bibiana Aido, dicho sea con todo el respeto, no termino de tomármela en serio; Lidia Falcón y sus radicales seguidoras -que por otra parte de correctas tampoco presumen- la daba ya por amortizada, y más bien me sorprende cuando reaparece firmando un artículo de opinión; pero !ah amigos! (¡y amigas!) lo del Corte Inglés son palabras mayores que de ninguna manera me atrevería a tomarme a chirigota. Si El Corte Inglés toma partido por algo, sabe lo que hace. Hemos perdido la batalla. Y quizá la guerra.
Y Bueno, aunque sea verano, y una regla no escrita, pero férrea como pocas, obliga a relajarse en todos los sentidos, no quiero pasar por alto un artículo de Victoria Camps, que me ha parecido importante, sobre el tan traído y llevado "Manifiesto". Puesto que ya he dicho lo que pensaba sobre el mismo en El Pombo, e incluso lo he copiado por si alguien no sabe o no quiere asomarse a El País, simplemente lo dejo enlazado aquí: Identidad y realidad
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Brian, con la Iglesia del Corte Ingles hemos topado.
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