Lluís Companys fue (no sé si exactamente por este orden) abogado, periodista, sindicalista, republicano, federalista y revolucionario. Pero no fue separatista y no sé si tan siquiera nacionalista. Admirador en su juventud del ya anciano y venerable Pi i Margall, su ideal era la república federal, y su vida estuvo dedicada sobre todo a la acción sindical y política. Estuvo detenido 13 veces, y, paradógicamente, estar entre rejas le salvó seguramente de correr la misma suerte que sus compañeros y amigos Layret y Seguí: caer bajo las balas de los sicarios de Martinez Anido y Arlegui. Sin embargo su vida quedó marcada -además de por su asesinato político- por dos hechos trascendentales y controvertidos: la proclamación de la república el 14 de abril de 1931 y la proclamación del Estat Català dentro de la República Federal Española el 6 de octubre de 1934.
La República... y sus flecos
En la proclamación de la república Companys se adelanta a Macià y, tras tomar el Ayuntamiento de Barcelona sin apenas oposición del alcalde en funciones Matínez Domingo, sale al balcón y proclama:
"Poble de Barcelona! Els homes triomfants a les eleccions acabem de pendre possesió de l'Ajuntament i proclamem la República, que es el règim que havíem promès al poble"
Al poco, alertado de lo que sucede, Macià entra también en el Ayuntamiento y tras un breve cambio de impresiones con Companys sale al balcón y hace la siguiente proclama:
"En nom del poble de Catalunya proclamo l'Estat Català, que amb tota cordialitat procurarem integrar a la Federació de les Repúbliques Ibériques".
Para dirigirse a continuación al Palau de la Generalitat y hacer, desde él mismo, una proclama de tinte similar pero más solemne y más enfática, si cabe, en lo que se refiere a la autonomía respecto de lo que España pudiera eventualmente decidir. Todavía hubo una tercera proclama, al parecer inspirada por Carrasco i Formiguera, en la que se menciona "... d'acord amb el President de la República Española Don Niceto Alcalá Zamora...". Finalmente se desplazaron a toda prisa a Barcelona tres ministros del Gobierno de España para, según cuenta Gabriel Jackson, "recordar al exaltado y anciano Macià que la nueva Constitución todavía no había sido redactada" logrando que diera su aprobación a someter el proyecto de estatuto a las Cortes. Y sigue diciendo Jackson: "Para lograr este acuerdo temporal, los ministros de Madrid contaron en buena medida con los buenos oficios de Luís Companys... [que] era un autonomista más que un separatista".
A veure si ara també direu que no soc catalanista
El segundo, y más controvertido episodio -y el que da lugar a este capítulo de mi revisión del libro de López Burniol- tuvo lugar durante los llamados "hechos del 6 de octubre" de 1934. A raíz de la entrada de la CEDA en el gobierno de Madrid se desencadenó la revolución de octubre. Pero la tal revolución tuvo un vuelo gallináceo -sólo arrancó en Asturias, donde fue objeto de una salvaje represión por parte del ejército- y pilló a contra pié a la Generalitat de Companys. Este, envuelto entre la tormenta de los anarquistas de la FAI, los revolucionarios rabassaires y los independentistas con tintes fascistoides de Estat Català, y "atrapado por su propia violencia retórica- según dice Raymond Carr- creyó que o bien tenía que emplear la fuerza contra estos extremistas o bien tenía que dirigir el movimiento él mismo". Parece que optó por lo segundo. Retomando a Gabriel Jackson: "El día 6 de octubre a las 7,30h de la tarde una enorme multitud llenaba la plaça de Sant Jaume... Los nacionalistas exaltados esperaban la proclamación de la plena independencia de Cataluña. Los liberales aguardaban una declaración de resistencia al fascismo de Madrid. Dencàs planeaba por su cuenta la proclamación del Estat Català. Companys, en medio de tantos fuegos cruzados tomó el micrófono de manos de Dencàs y proclamó l'Estat Català de la República Federal Espanyola". Acto seguido, ya off the record -como diríamos hoy- se le atribuye la frase que cita Burniol: "Ja està fet. Ja veurem com acabarà. A veure si ara també direu que no soc catalanista".
Y el caso es que acabó mal, pero eso ya no forma parte de nuestra historia. De este episodio histórico extrae López Burniol lo que él llama, a mi parecer con acierto, el "síndrome Lluís Companys". En la próxima entrada, porque esta ya se alarga en demasía, veremos el porqué.
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Brian; se me ha hecho corto el interesante artículo de hoy, creo que todos nos quedamos con la miel en los labios esperando la próxima entrega.
ResponEliminaYa veo que tendré que esperar para saber todo sobre el síndrome Companys.
ResponEliminaUn saludo,J.Vilá.-
Me pongo en ello a la mayor brevedad posible. Tampoco quisiera generar demasiadas expectativas, no es nada del otro jueves. Simplemente me pareció adecuado recordar el hecho histórico para situarnos en contexto.
ResponEliminaBrian; Aunque es posible que ya lo sepas comentarte que el próximo lunes Juan-Jose López Burniol está invitado al debate en el programa Agora del canal33, será interesante escuchar sus comentarios.
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